sábado, noviembre 01, 2008
La lectura y los sentidos
Más de una vez me he preguntado, si obligar leer novelas de Vargas Llosa, Pardo Bazán o García Márquez a agobiados escolares es la mejor forma de introducir el gusto por la lectura. El hecho de leer requiere, ante todo, disposición.
Recuerdo que siendo estudiante de bachillerato tropecé con al primera secuencia, en términos cinematográficos, de "Cien años de soledad", creo que algún libro para hacer un comentario de texto. Me fascinó tanto que leí la novela, la releí un año después, continué leyendo todo lo que había publicado Gabo hasta entonces y seguí leyendo lo que fue publicando hasta el presente, que algo bueno anuncia.
No sé si hubiera causado el mismo efecto una lista de " gordos tomos" que se hubieran convertido en una obligación, aun con oportunidad al deleite. Se me ocurre que la sensibilidad literaria necesita de los sentidos (la vista, el oído, el paladar...) y no tanto de la razón, y como ellos se educa con pequeñas y escogidas dosis. Sin hedonismo no hay seducción, ni sensibilidad, ni música, ni pintura, ni arte, ni alma.
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2 comentarios:
Completamente de acuerdo: primero hay que crear la necesidad y después cultivar el buen gusto; si lo hacemos al revés, corremos el riesgo de que nunca se atrevan a leer por placer.
Un saludo.
Claro, Antonio, el planteamiento no puede ser diferente, salvando distancias, del que utilizaríamos para animar a leer a adultos, sean profes o jubilados (respecto a los últimos, quizá se pueda aprender de algunos grupos de animación lectora).
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