domingo, junio 01, 2008

El dolor sin vuelta

No tengo muy claro la relevancia que se le da a la inteligencia emocional en la educación, pienso que escasa, las emociones están presentes en la construcción del conocimiento, tienen la capacidad de movilizar al ser humano en su dimensión global.
Por ejemplo, este artículo de Maruja Torres, "Lo más frágil", de donde entresaco un párrafo que hace referencia a un conflicto muy complejo como el del Líbano, permite que podamos acercarnos, obtener alguna clave que nos haga sentir que no nos es ajeno, que ningún hombre es una isla (esto me suena haberlo leído de Walt Whitman)

La gran lección libanesa que el mundo debería aprender no consiste en el despliegue de estrategias geopolíticas de sus facciones, ni en las facilidades que ofrece para el análisis del funcionamiento de las injerencias extranjeras en la región de Oriente Próximo, ni en la siempre fascinante historia de cómo un país del tamaño de Asturias puede multiplicarse en los abismos. Brindando todo eso y mucho más, la verdadera y amarga lección de Líbano es, sin embargo, hacernos saber que el odio, estiércol de una siembra permanente que garantiza el crecimiento de varias memorias selectivas y sesgadas, es el mejor instrumento con que cuentan los instrumentalizadores de conflictos, los verdaderos asesinos, los que raramente mueren pero siempre mandan matar.

Hoy, éste ha sido nuestro despertar.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Miguel la cita a que haces referencia es del poeta John Donne, que fue la que utilizó Hemingway como título para su maravillosa novela "Por quién doblan las campanas".

El poema completo es el siguiente:

Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."

John Donne

Un abrazo desde Madrid.

Miguel L. Vidal dijo...

Gracias, por la aportación.