Volviendo a la idea de la sobrevaloración, ésta me surge cuando se hace a la "escuela" responsable de enmendar todos los males habidos y por haber de los jóvenes, o cuando me cuentan que en otros lugares permiten al alumno fijar su propio currículo, objetivos y ritmos, asesorado por un tutor, y me pongo a pensar en la rigidez de los sistemas curriculares, metodológicos y organizativos que aquí parece que necesitamos para protegernos del caos y de la mediocridad . Desmitificar la uniformidad en pro de la diversidad facilita que cursen otro tipo de enseñanzas, como las artísticas, se preparen como deportistas, compaginen estudios con otras tareas laborales, ayuden a superar el fracaso o simplemente porque el sistema se organiza así.
Lo último que he conocido sobre este tema es el sistema Fontán, con quien tuve la fortuna de tener una larga conversación hace unas semanas. Merece la pena echar un vistazo a su WEB, que por lo que entiendo (a mí nadie me paga el viaje) tiene ciertas semejanzas con el de Finlandia.
(Por cierto, le sorprendió que una gran parte del alumnado de la ESO y Bachillerato necesitara de ayudas externas).

No hay comentarios:
Publicar un comentario