lunes, mayo 04, 2009

La digitalización del sistema educativo empieza por uno mismo.


Este fin de semana, coincidiendo con la publicación de la noticia de que Zapatero pone en marcha un plan que pide la colaboración de los fabricantes de procesadores, editores de libros y compañías telefónicas... con el objetivo de hacer "la escuela del futuro, la escuela 2.0", se ha levantado tono de la polémica: lo que hasta ahora se había mantenido como un debate dentro de los parámetros de la educación se ha ido desviado hasta lo insólito, poco menos que se ve en la decisión una campaña para ayudar a financieramente a empresas como Prisa. Con estos balones fuera y este rigor "acrítico", autocomplacencia que busca apoyo en los más reticentes, desde luego no vamos muy lejos. Y menos aún si cerramos lo ojos a aspectos como la verdadera causa de que proyectos como Agrega, que necesitan del apoyo del profesorado, no despeguen.

Tres aspectos destacan en estos debates. El primero es que el gobierno convoque a las editoriales para adaptarse al soporte del microportátil, que se supone tendrá cada alumno. Se interpreta como un respaldo al negocio editorial desde el gobierno, obviándose que la administración nunca ha instado a usar libros de texto, y ni siquiera autoriza su contenido, como sucedía antes. La dependencia del libro de texto es uno de los aspectos que no ha cambiado en las sucesivas reformas. Las editoriales responden a la demanda, a lo que de ellas se espera el cliente, que es el profesor y subsidiariamente el centro, no la familia que lo compra.

El segundo, que no se cuenta con el profesorado, cuando el profesorado es omnipresente. Lo que se llama "libertad de cátedra" se ha ido reforzando en las últimas décadas. Por estos lares ya es tabú que alguien cuestione la práctica docente o evaluadora, y mucho menos entre al aula de un profesor cuando está en ella. Esta concepción sólo tiene parangón con la "infabilidad del Papa", tanto en el concepto como en el predicamento.

En tercer lugar, hay que tener en cuenta, que el ordenador va dirigido al alumno, no al profesor. Pero será el profesor que tenga prerrogativa de considerar si hay condiciones para el uso en el aula y si es recurso que entra dentro de sus planes. Como apunté en otro post, las posibilidades están muy abiertas, mientras muchos recurrirán al apoyo de materiales editoriales rigurosamente estructurados, otros tomarán caminos con preferencias diversas, y tampoco faltarán los más eclécticos. A mi modo de ver, debe impulsarse que en este proceso se obtengan indicadores críticos de cambio, que se convierta el trabajo en el aula en el eje de la actividad y de la evaluación, que se salga de las fronteras tradicionales y surjan nuevas actitudes.

Cuando la administración asume parte de un discurso que pretende ser innovador, como este de extensión de las TIC, y lo transforma en medidas políticas, se produce una cierta institucionalización del mismo. Y eso no gusta porque deja al descubierto la terca realidad: ni todo era tan fácil antes, ni ahora es tan sencillo. Dar la vuelta al guante, para regalar el oído a tirios y troyanos, tiene sus peligros; cuando la aguas se enturbian, nunca se sabe lo que se va a pescar.

Merece pena tomar como una referencia el proyecto Magalhaes portugués, bien explicado en un vídeo breve:

Portal de Magalhaes de animación para el profesorado.
Blog del portátil Magalhaes (no oficial, admite publicidad)
El portátil Magalhaes también ha supuesto impulsar una industria nacional.

Como acabó del leer en un mensaje de grupo DIM, la incidencia del portátil en manos del alumno puede superar el marco escolar. Se dice que la sociedad portuguesa de oftalmología desarrolla un programa para instalar en todos los Magalhaes para detectar problemas de visión en los niños, el informe podría enviarse por Internet.

Como dice en un comentario en Zibereskola (un blog colectivo en el que participo) I. Burgo: "La revolución comienza por uno mismo".

Suscríbete

No hay comentarios: