Hace una semana publicaba un reportaje el El País Semanal "Los discos prohibidos del franquismo" en el que aparecen fotografías de portadas de discos censuradas. Inserto la versión original de una Jimi Hendrix, y la que salió a la venta en España.
No me escandalizó tanto que esto ocurriera, como la idea de que hoy tampoco serían viables. Con una diferencia lacerante, que en vez de censurarlas se lanzaría una hipócrita cruzada, antes se asumía la prohibición, ahora se pide que la retire el responsable, lo que equivale al arrepentimiento público.
La intransigencia moral se vuelve implacable, vestida de lo políticamente correcto, llega hasta administrar la exclusividad de la bondad, como apunta en un artículo de Rosa Montero en la misma revista (ver el párrafo final).
No me escandalizó tanto que esto ocurriera, como la idea de que hoy tampoco serían viables. Con una diferencia lacerante, que en vez de censurarlas se lanzaría una hipócrita cruzada, antes se asumía la prohibición, ahora se pide que la retire el responsable, lo que equivale al arrepentimiento público.
La intransigencia moral se vuelve implacable, vestida de lo políticamente correcto, llega hasta administrar la exclusividad de la bondad, como apunta en un artículo de Rosa Montero en la misma revista (ver el párrafo final).
Hoy nos desayunamos con un hecho muy ilustrativo que me sugirió el artículo en cuestión. La Diputación de Bizkaia manda retirar una campaña por quejas sexistas, se trata de una campaña de una institución para llamar la atención sobre el aprendizaje de la lengua vasca. Aquí la tienen.
Pronto formaremos parte del selecto club de los países más intransigentes, que abandera quien vende más películas, y produce en doble versión. Si seguimos por el mimos camino pronto nos enviaran la destinada a su consumo interno. El atrevimiento, la libertad creativa para la TV de pago; con el permiso de la telebasura, que con el dinero de la zafiedad e ignorancia no se juega.
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