lunes, abril 21, 2008

A mí, que no me miren.


Me ha extrañado, que sean escasos los blogs con referencias al plan de calidad educativa de Andalucía, que conlleva importantes incentivos económicos y parece un serio intento de poner a los centros en condiciones de afrontar su propia mejora. No voy a comentar el plan, Efervescente 2H nos enlaza la Orden de 28 de febrero de 2008 en pdf y una presentación de la misma, también nos hace participe de su posición favorable, que comparto. Lo que me deja un tanto perplejo son los prejuicios y la agresividad de algunos argumentos utilizados para rechazarlo.

La adecuación de los centros a los procesos de enseñanza-aprendizaje y el papel del profesorado, siguen siendo uno de los "olvidos" más clamorosos desde que se inició la reforma en la década pasada, que no puede reducirse a más formación. Por otro lado, la creciente autonomía de los centros se tradujo en un "dejar hacer", sacralización de la "libertad de cátedra...??" y desaparición de los escasos controles de los procesos, la evaluación de resultados de los centros se convirtió en un tabú, que tampoco necesariamente tiene que ser uniforme como se presupone para rechazarla. Al contrario que en otros países, que sí entienden que la mayor autonomía exige instaurar alguna forma de control que informe sobre aspectos de mejora.
Las consecuencias de este "dejar hacer" son negativas, porque también lleva implícito la inhibición y la distancia (cuando no la equidistancia) de la administración educativa ante problemas que requieren intervención decidida, como garante del funcionamiento de su propia red y del derecho universal a la educación.


Se acostumbra a minimizar la responsabilidad de los poderes públicos en el ámbito educativo y a cuestionar la bondad de su actuación, comúnmente no se les reconoce ningún papel en la mejora. La experiencia histórica dice que los cambios importantes requieren de su liderazgo para superar las inercias. Por ejemplo, el paso de un sistema educativo segregador y selectivo a uno integrador provoca fuertes resistencias, algunas ya históricas, como las que viví directamente, que se oponían a la integración y desaparición de los centros específicos de educación especial en los ochenta.


Me cuesta aceptar que se pueda considerar inadecuado cuando no insultante, que la administración incentive económicamente la mejora de resultados de los centros educativos, no se nos ocurriría negar ese principio para cualquier otro servicio o colectivo. Que se niegue la variable profesional en el proceso y los resultados, como si todo tuviera cambiar menos la acción del profesorado con el argumento de que supondría desautorizar la labor profesional realizada.
Puede haber razones para rechazar ese tipo de proyectos, pero no para sentirnos atacados, y desde luego pueden hacer más para mejorar el prestigio y el respeto social que el atrincherarnos apuntando a un lado y a otro.


Pertenecemos a uno de los colectivos singulares del mundo de los servicios, con un tratamiento profesional envidiable por su autonomía, condiciones laborales: varios períodos anuales sin actividad, y en torno al 20% de la jornada semanal de libre disposición (la ley de la función pública marca la misma jornada y calendario para todos los funcionarios). Este tratamiento es homologable, aunque no homogéneo en todos los países de la UE. ¿Por qué no puede incluir compromisos de redoblar la voluntad de mejora resultados a cambio de mejoras retributivas? Al fin y al cabo, los males no son nuestros, son del sistema y de la comunidad escolar a la que nos debemos como profesionales y agentes activos, de la administración pública a la que servimos como funcionarios, y en último término, de la sociedad que nos necesita.

Estas propuestas chocan especialmente con la situación en comunidades autónomas como la vasca, donde sólo existe el primer sexenio, el resto se reparte linealmente. Y se ha empezado a aplicar un complemento de tutorías que está provocando no poco malestar y desincentivación por parte de quienes no pueden acceder a él, además de ser muy complejo de administrar no ayuda la corresponsabilidad: "A mí, que no me miren".


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Miguel Luis,

coincido completamente en el tono y en la mesura de tu reflexión. Aborda con juicio el complejo tema de la evaluación del profesorado y de su responsabilidad y compromiso con la mejora. Tema que merece una reflexión hecha con la cabeza y no con el estómago... Dejaste un comentario en mi blog que hubiera querido responder debidamente y esta nueva aportación tuya me invita nuevamente a tratar esta temática. Me lo apunto en la lista de deberes!

Es un placer visitar tu blog,

Un abrazo,

Boris

Miguel L. Vidal dijo...

Dice la RAE que "profesional es persona que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación". Diría que requiere una cierta actitud, más allá de la mera prestación de un servicio. Pero tampoco hay que olvidar que se gana la vida con ello.

Gracias, Boris, me gusta tu blog, no hay muchos que hablen de estos temas de política educativa.

Ire Musita dijo...

Comparto tu perplejidad ante la reacción de muchos docentes al Programa de mejora de rendimientos escolares, y creo que haces un análisis muy acertado. También es verdad que se ha tratado poco el tema en la blogosfera; tomo nota y dejo un pendiente un post sobre el proceso vivido en mi centro, el IES El Palo, al tomar la decisión sobre el programa.