martes, diciembre 11, 2007

Me apunto al suspenso.

El informe PISA es la base idónea para mejorar la calidad de la educación en los países participantes. Finalmente, ¿sirve para esto o para todo menos para esto?

Llama la atención que haya más espíritu crítico en la prensa que en los blogs. Últimamente la blogosfera educativa española está más interesada por buscar razones para el autobombo que para el debate, suspenso en el que me incluyo. Y empieza a ser llamativo que vayan ganando peso las opiniones y posiciones defensivas, como la que propugnan una contrarreforma que envíe los dos primero curso de la ESO a los centros de Primaria y se resucite la FP1.

¿Para qué sirve el informe Pisa? Por ejemplo, para medirse y decir que es menos listo el vecino o justificar carencias, como apunté al final del
post anterior: ¿Resulta lógico que el 86% de los alumnos vascos hagan la prueba en castellano, un idioma en el que no estudian?
"Tienen que hacer el examen en castellano porque su nivel de euskera es todavía bajo. Y es bajo porque el actual sistema de modelos no garantiza que tengan un alto nivel. En los próximos diez o doce años la dinámica se mantendrá porque la reforma de los modelos aún no habrá surtido efecto" (...) "Cada país decide en qué lengua aplicar el examen. (...) ¿Si no saben el suficiente euskera cómo van a realizar una prueba de la exigencia de PISA en euskera? A no ser que lo que se quiera es que los alumnos fracasen para decir que el sistema no funciona".
Entrevista al director del Instituto Vasco de Investigación y Evaluación Educativa (IVEI).

Respuesta de
Javier Mina en al misma página del periódico: "Qué poca confianza han demostrado tener en su propio proyecto educativo y qué desprecio hacia una sociedad a la que están culpabilizando por no saber el idioma de Aitor y a la que le están imponiendo sacrificios y a veces exigencias insoportables a la hora de acceder a determinados empleos".

Y sigue
Javier Mina que también tiene algo para Zapatero: "El segundo detallito es obra de nuestro presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero que achaca los malos resultados PISA a la mala preparación de los padres sin darse cuenta de que los adolescentes de hoy han sido engendrados por gentes que accedieron al bachillerato con la democracia, luego viene a echar la culpa a los suyos (y un poco quizás a Suárez)". Lógicamente la extensión de la enseñanza obligatoria, lo mismo que la de cualquier servicio, trae consigo estadísticas menos halagüeñas. Parece que la razón del fracaso esta en la preparación paternal: unos hacían BUP mientras otros se preparaban para la lima. A cada época le corresponden unas expectativas que pueden ser coartada para no asumir responsabilidades.

Joaquín Prades en "
El pesimismo de los expertos" termina así la columna: "Menos memoria y más comprensión; menos gramática y más atención a lo que se lee; menos álgebra y geometría y más cálculo aplicado a la vida cotidiana. PISA camina en esa dirección: interpretar mapas, gráficos, saber buscar información propia, entender qué se cuenta en los periódicos, rebatir con argumentos ideas contrarias, enterarse de lo que explica un folleto sanitario.... Uno de los ejercicios del último PISA para medir la comprensión lectora no ha sido un poema ni el texto de algún clásico, sino un folleto que explica cómo deben ser unas buenas zapatillas deportivas".

En un sentido similar, al final del
mismo enlace, se recoge la valoración de Luis Landero sobre la enseñanza de Lengua: "Los mismos chicos que hunden a España en PISA. Las primeras víctimas de un sinsentido que, en su opinión, arranca cuando, en la década de los ochenta, "unos pedagogos iluminados toman las riendas de la educación sin contar con los profesores y empiezan por llamar al recreo segmento de ocio. En lugar de simplificar, complican la enseñanza hasta crear un mastodóntico edificio gramatical que no sirve para nada".
Y continua: Landero se refiere a las primeras leyes educativas de los Gobiernos de Felipe González, que arrastran hasta la LOE la supremacía de lo que denomina "tecniquerías", antídoto de todo cuanto nos reconcilia con el léxico. "Si no hay música no hay sintaxis, ni orden en el lenguaje", reflexiona. "¿Qué aprendíamos de pequeños al leer en voz alta o al recitar un poema? Música, aprendíamos la música de las palabras. La llave que nos abre las puertas".

Carmen Alcoberro describe el perfil del profesorado y de los centros en el caso finlandés: "... la primera es maestros altamente preparados y con vocación: nota de corte del Bachillerato para los maestros de Educación Primaria, cerca del 9; cinco años de carrera; exámenes antes de comenzar los estudios en los que se exige ser capaz de elaborar una reseña literaria correctamente escrita -¿cuántos de nuestros maestros serían capaces de escribirla una vez acabados los estudios?-; dominar un instrumento musical y conocer perfectamente el inglés. La segunda característica es más autonomía de los centros: las escuelas dependen de los municipios; la contratación de los equipos directivos y los currículos de los alumnos son elaborados por el profesorado; un sistema, pues, totalmente descentralizado. Y con resultados educativos muy parejos entre las escuelas. A ello hemos de añadir (...) la formación lectora es entendida como una cuestión de Estado y en donde las familias tienen un papel primordial..." Confieso que en Finlandia nunca habría tenido ninguna opción de dedicarme a la enseñanza.

En casi todos los análisis encontramos explícitos o implícitos elementos comunes como éste: "De acuerdo, no somos Finlandia, una sociedad, por otro lado, muy homogénea, conformada por una amplia clase media, donde todos van a la escuela pública y sin apenas emigrantes". Esta insistencia en los emigrantes, tan eurocéntrica, vista desde el otro lado del charco puede estar al borde de la xenofobia. Lean:
Inmigración y rendimiento escolar en Ciberescrituras. Pienso que Los alumnos emigrantes con frecuencia son paganos de la sinrazón y la insolidaridad, ya me referí a ello en el post anterior.

Perspectiva totalmente distinta es la del artículo de Vicente Verdú "
La miseria en la escuela" que critica Eduardo en su Bitácora del Tigre. Yo lo veo como un ejercicio de escritura periodística, un tanto provocadora. Pide el rejuvenecimiento de la plantilla y argumenta algo sobre al lectura que sospecho esconde cierta dosis de ironía: "¿Los comentarios a La Celestina? Los chicos españoles presentan esta dificultad para leer porque no reciben recompensa sino castigo en lo que se les da a leer, empezando por la misma escritura de los libros de texto".

En fin, ¿para qué sirve Pisa? Para suspender, está claro.

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