miércoles, febrero 07, 2007

Contenido: contenidos, contenidos....

Sin contenidos no hay enseñanza ni competencias que desarrollar, puesto que se adquieren en el procesamiento de la información. La selección de contenidos es tan importante para su desarrollo como el tratamiento que reciben, con la memorización y los procesos no significativos no se desarrolla más que una memoria inmediata o capacidades sin contexto ni proyección posterior.

La Reforma Educativa se decía que iba a reducir contenidos (hechos y datos) y ponerlos al servicio del desarrollo de las capacidades fijadas en la LOGSE , pero más bien ha ocurrido todo lo contrario, los programas han crecido, aumentado y no en la dirección más adecuada. Las editoriales, por un lado, responden a la demanda del sector de centros que podríamos denominar sus clientes preferenciales; y por otro, el profesorado encuentra en los contenidos seguridad para seguir "como siempre", aunque ni unos ni otros tienen toda la cuota de responsabilidad de este "despropósito".

En un reciente evento local sobre escuela inclusiva, la queja por el exceso de contenidos en la ESO alcanzó a todas las intervenciones, aunque más bien pienso que se referían al tratamiento y el papel que sin justificación se les asigna. El libro de texto, como siempre, se llevó la peor parte; lógico, las editoriales no entran en estas polémicas, venden.
Si miramos al Bachillerato esta situación se eleva exponencialmente. No se puede considerar, por mucho que algunos lo sueñen, una antesala de la universidad, sino díganme quienes cursarían un currículo universitario con esa mezcla tan exhaustiva de letras, humanidades, idiomas y conocimientos científicos. Más bien, aparte de iniciar cierta especialización, le veo un carácter similar a la formación complementaria humanística que algunas universidades obligan al alumnado de carreras científicas y viceversa.

El otro día examinaba un libro de historia de segundo de bachillerato. Eran 500 páginas dedicadas a la historia de España del los siglos XIX y XX, posiblemente más de 500 folios de apuntes si estuvieran a mano. Un manual bastante completito, mucho más que cualquier curso universitario, una parte escrita por un profesor de esa institución y las demás por otros que no reconocí. El 70 por ciento dedicado a dar información y el otro 30% a lecturas y algún ejercicio. Pregunté al dueño del libro sobre su uso y me explicó que ya habían dado la mitad y que pensaba que lo iban a terminar. Los tres o cuatro exámenes realizados consistían en una pregunta, tipo epígrafe; por ejemplo: la economía o la política en un periodo determinado. Una fórmula sencillamente memorística, donde recordar y componer un discurso con los datos del libro es la medida del aprobado o el suspenso. Aunque en el tema evaluativo se puedan tener criterios más o menos idóneos, el método no da para mucho.

Estaba conmigo un profesor de matemáticas y especulábamos sobre si él sería capaz de aprobar la humanística y yo la parte científica del curso, y la verdad no las tenía todas conmigo. Como tampoco las tienen los alumnos, según la información que intercambiamos, desde el segundo ciclo de la ESO sólo una minoría se libra de academias de refuerzo o de ayudas paternas organizadas como tales, lo que añade un elemento aún más distorsionador. ¿Por qué no crear estudios asistidos en los propios institutos? Profesores hay para aumentar plantilla o abonar la dedicación a quienes quieran asumir tales funciones. Ya se ha hecho en algún colegio de Primaria en colaboración con instituciones para paliar la influencia de la desigualdad social.

Antes dije que toda la responsabilidad no era de las editoriales ni del profesorado (abandonado a su suerte en el reino de su aula, y por supuesto sin esa evaluación del proceso, tan cacareada entonces, que debería serle de gran utilidad para ajustarlo), lo es sobre todo de la propia administración, que tiene que garantizar que la calidad educativa, responder a lo que ella misma legisla.
Hace más falta que nunca un currículo definido por competencias, como el que no existe e intenta medir informe PISA, que puede con el tiempo acabar como aquel viejo concurso de la TV, "Cesta y puntos", que se preparaba a un grupo para representar al colegio, en este caso al país o la región.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con mucho de lo que dices: exceso de contenidos y descontextualizados (pero en cambio hay quiénes sostienen que los niños cada vez saben menos), los refuerzos tendrían que ser en el centro y después de clase (además de gratuitos) y sobre todo lo del currículum centrado en competencias. Tendría que darse un currículum abierto, ¿para qué est´´an los niveles de concreción curricular? No hay apenas diferencias entre lo que dan en un centro y en otro, pues todos se rigen por el omnipresente libro de texto. Cada profesor tendría que decidir cómo da las competencias, pero eso exige más trabajo y formación y no todos están por la labor

Miguel L. Vidal dijo...

Hay que guardar un equilibrio entre la autonomía docente y concreción curricular. A la administración le corresponde velar por la calidad.
Hay libros de textos muy distintos, de hecho se publicaron proyectos curriculares que han desparecido; y no precisamente por ser tradicionales sino más bien todo lo contrario.

Anónimo dijo...

Hablando de linro de textos... Miguel, algún día, detrás de una copa de vino, te contaré mi experiencia siendo defensora del "no libro de texto" y por tanto con cinco libros de texto en el Aula...

No a los corsés y al pensamiento único.

Anónimo dijo...

Un placer conocerte, por cierto.