A iniciativa del grupo socialista el parlamento vasco aprobó por unanimidad una resolución apoyando la continuidad del programa Eskola 2.0 (paralizado sine die por el nuevo Departamento de Educación), solicita que se le evalúe, adecue teniendo en cuenta las necesidades de alumnos y profesores y además se atienda a la formación y la metodología. El programa ha llegado a los dos primero cursos de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, quedando por cubrir 3º y 4º.
La evaluación puede partir tomando como referencia el último ciclo de Primaria donde comienza y funciona francamente bien, con las lógicas diferencias entre centros, pero que yo calificaría como de gran éxito. Contrastando, en Secundaria las lógicas diferencias entre centros son ilógicos abismos, en general unos pocos centros van muy bien, superando las mejores previsiones, pero otros muchos ni siquiera se puede considerar que lo hayan asumido, la implantación va sensiblemente más lenta y con perores perspectivas. Claro que esto de "pocos y muchos" son términos relativos, ahí tenemos el centenar de centros que han tomado iniciativas propias que van más allá de lo que oficialmente se oferta y se han constituido en el grupo EEGapps, donde los IES son mayoritarios.
Comparando ambas etapas, encontramos las condiciones que lo facilitan y las carencias:
- En Primaria la dedicación obligada del profesorado al centro es sensiblemente mayor, 30 horas frente a 23 de los IES, cobrando un salario inferior, hay que reconocerlo.
- En Primaria el tratamiento de conocimiento es más interdisciplinar y flexible, por áreas en vez de asignaturas, y más centrado por tanto en competencias que en programas de contenidos.
- Las sesiones en Primaria son por lo general de unos 90 minutos frente a los 50 de Secundaria, lo que permite mayor presencia de metodologías más activas centradas en el trabajo del alumno. Se tienen más en cuenta las didácticas producción y construcción de conocimiento, que las de memorización para solventar exámenes.
Todo ello da lugar en los centros de Primaria a unas condiciones más proclives al compromiso con la innovación que en los de Secundaria, donde ha tenido más eco, considerar como punto de partida sumar tecnología a la enseñanza tradicional, lo que no aporta ventajas sustanciales, quitarle el carácter innovador es una postura utilitariasta, tecnocéntrica, carente de sinergia, refugiada en el término "herramienta" del que fue cómplice la administración educativa por miedo al rechazo de los sectores más inmovilistas. Desposeerla del carácter estratégico equivale marginación, lo sabe bien el profesorado que ha hecho el esfuerzo de insertar sus centros y las prácticas educativas en la realidad social de la segunda década del S. XXI.
Evaluar sí, mirando conjuntamente las dos etapas de enseñanza obligatoria para tomar las medidas necesarias, no para mirar hacía otro lado, como estamos acostumbrados, caminado de reforma tras reforma, y evaluación tras evaluación, convirtiendo a las etiquetas en el nuevo bálsamo de Fierabrás educativo.
Sin olvidar, que es necesario cambiar lo servicios de enseñanza a distancia por servicios e-learning y blended learning, potenciar el acceso a la formación con fórmulas no presenciales, como hace una semana publiqué en Zibereskola.
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La evaluación puede partir tomando como referencia el último ciclo de Primaria donde comienza y funciona francamente bien, con las lógicas diferencias entre centros, pero que yo calificaría como de gran éxito. Contrastando, en Secundaria las lógicas diferencias entre centros son ilógicos abismos, en general unos pocos centros van muy bien, superando las mejores previsiones, pero otros muchos ni siquiera se puede considerar que lo hayan asumido, la implantación va sensiblemente más lenta y con perores perspectivas. Claro que esto de "pocos y muchos" son términos relativos, ahí tenemos el centenar de centros que han tomado iniciativas propias que van más allá de lo que oficialmente se oferta y se han constituido en el grupo EEGapps, donde los IES son mayoritarios.
Comparando ambas etapas, encontramos las condiciones que lo facilitan y las carencias:
- En Primaria la dedicación obligada del profesorado al centro es sensiblemente mayor, 30 horas frente a 23 de los IES, cobrando un salario inferior, hay que reconocerlo.
- En Primaria el tratamiento de conocimiento es más interdisciplinar y flexible, por áreas en vez de asignaturas, y más centrado por tanto en competencias que en programas de contenidos.
- Las sesiones en Primaria son por lo general de unos 90 minutos frente a los 50 de Secundaria, lo que permite mayor presencia de metodologías más activas centradas en el trabajo del alumno. Se tienen más en cuenta las didácticas producción y construcción de conocimiento, que las de memorización para solventar exámenes.
Todo ello da lugar en los centros de Primaria a unas condiciones más proclives al compromiso con la innovación que en los de Secundaria, donde ha tenido más eco, considerar como punto de partida sumar tecnología a la enseñanza tradicional, lo que no aporta ventajas sustanciales, quitarle el carácter innovador es una postura utilitariasta, tecnocéntrica, carente de sinergia, refugiada en el término "herramienta" del que fue cómplice la administración educativa por miedo al rechazo de los sectores más inmovilistas. Desposeerla del carácter estratégico equivale marginación, lo sabe bien el profesorado que ha hecho el esfuerzo de insertar sus centros y las prácticas educativas en la realidad social de la segunda década del S. XXI.
Evaluar sí, mirando conjuntamente las dos etapas de enseñanza obligatoria para tomar las medidas necesarias, no para mirar hacía otro lado, como estamos acostumbrados, caminado de reforma tras reforma, y evaluación tras evaluación, convirtiendo a las etiquetas en el nuevo bálsamo de Fierabrás educativo.
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La enseñanza a distancia en Andalucía y alfabetización digital: un modelo a seguir.
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